miércoles, 25 de abril de 2012

CAPITULO III-HISTORIA DE UNA CAJA DE GAMBAS



Al día siguiente Amalin me agarró por una esquina, me colocó de canto y se puso a medir.
No cruzamos palabra, se notaba que aun duraba el cabreo, pero yo la notaba  más relajada y no perdía la esperanza que mas tarde o más temprano retomaríamos nuestra amistad .Allí estuvo  zarceando durante un rato. Como me aburría me quede dormida y cuando desperté Amalin se había marchado .Los demás estaban murmurando por lo bajini, algo había pasado.Ella regresó unas horas mas tarde y entonces me di cuenta, a mi lado había un montón de maderitas, eran los restos de una compañera. Solo llevo dos días y ya  hemos tenido una baja. Que Dios la tenga en su gloria.
Otra vez se  puso en marcha la máquina infernal, pero esta vez fue para lijar las maderas .Se la veía indecisa, aquello no encajaba, mide de aquí, mide de allá .Decidió coger otras, aquellas no le gustaban nada, y entonces agarró otra máquina  y se lió a cortar.Entre cortar y lijar pasamos la tarde  y entonces me habló:
-Ahora tú decides, serás lo que tú quieras ser.
-Pues ahora mismo me has pillado en falso.
-Tienes un par de horas, me voy a hacer la cena.
No podía ser, era muy poco tiempo. No podía decidir en dos horas lo que sería para el resto de mi vida.
Amalin entró decidida.
-¿Ya?
-No. No tengo ni idea, pero he llegado a la conclusión que con tal de que me dejes quedarme contigo seré lo que tú quieras.
-Pues si te parece empezamos ahora mismo.
Me metió un par de maderas dentro de mi cuerpo, me clavo unos clavillos muy finos y empezó a barnizar.
-En dos horas vuelvo. 
 Mi tono de piel cambió totalmente, ya no era la caja sencilla y sin color de otros tiempos. Definitivamente acerté con dejarle decidir por mí.
A las dos horas exactas me dio una lijadita suave, esta vez con la lija de mano y enseguida otra capa de barniz. Entraba y salía muy nerviosa, me tocaba con su cara para comprobar si estaba seca. Por último entró con unos trozos de tela y los metió dentro de mí.
-Ya está. Espero que te guste. ¿Dime si te ves muy cursi?.
-No me lo puedo creer, que confortable me siento. No sé para qué voy a servir pero estoy fenomenal, soy una caja nueva.
-¿Te gustan mis bordados?, si no los quitamos y ponemos otra cosa.
-Que preciosidad, déjame así .y dime para que me vas a usar.
-Quiero que seas mi caja de hilos, pero de mis hilos especiales. Quiero que compartamos juntas las tardes de invierno con mis tijeritas y puntaditas .
-Seré tu mejor caja de hilos .No tendrás queja de mi y te ayudare todo lo que pueda. Pero hazme un favor: haz algo con ese pobre sofá .¿ No crees que ya va siendo hora?.
Amalín prometió empezar a restaurar el sofá y yo me hice inseparable de ella.
Hoy vivo en la planta de arriba, en un pequeña y soleada salita ,rodeada de hilos , tijeras, telas y libros. Donde Amalin y su marido pasan las tardes de invierno.
Yo soy la de la derecha , mi compañera guarda cintas y puntillas. 



3 comentarios:

  1. Ohhh!!! ya sabes que soy tú fiel seguidora,me ha encantado seguirte en este proyecto,un Bss apretao para la caja de hilos,jajaj

    ResponderEliminar
  2. Te ha quedado muy bonita. Con respecto a la foto que me enviaste, pásate por el desván de Mamen y veras una super parecida, para que te sirva de inspiración. Un beso

    ResponderEliminar
  3. Me encanta tu relato, yo voy a hacer con las 5 pequeñas una cajonera para los hilos, puntillas...y con las grandes, bandejas.
    bss

    ResponderEliminar